Cada euro que gastas o inviertes influye en el futuro del planeta

Tienes la corresponsabilidad del futuro del planeta. Es posible que prefieras no verlo, porque es una responsabilidad que te puede asustar. Es posible que prefieras eludirla y decidas dejarla en manos de los gobiernos y las corporaciones. En cualquier caso, es una decisión que tomas tú. Es tan simple como trascendente.

Quizás nos pueda parecer más fácil mirar para otro lado y limitarnos a culpabilizar a otros, al gobierno, o las empresas que contaminan y/o tienen a sus trabajador@s en condiciones precarias, o incluso ilegales. Lo cierto es que hay una parte de responsabilidad que nos corresponde a cada persona. De nada sirve criticar a ciertas empresas, si luego compramos sus productos porque son más baratos, o porque resulta más cómodo, sin ser conscientes del precio futuro que pagaremos por ello, tanto personalmente, como el que les haremos pagar a nuestros hijos y nietos. Porque esas serán las empresas que sobrevivan y en las que trabajaremos en el futuro.

Pregúntate qué futuro estás pagando, qué estás alimentando, porque sobrevivirá aquel futuro que alimentes hoy.

Otro aspecto que muy pocas personas contemplan, es en qué están invirtiendo su dinero. Para la mayoría solo importa la máxima rentabilidad económica de la inversión, sin preguntarse a qué se dedican a financiar con esos fondos. De hecho, es lo que se enseña en la mayoría de las escuelas de inversión. Y no nos damos cuenta de que este es el mensaje que llega a los consejos de administración de las empresas, y este es el principal objetivo que se transmite a los directivos de la empresa. De hecho, durante muchos años el criterio de selección de los altos directivos ha sido su capacidad férrea de generar los máximos beneficios en el periodo más corto posible, sin importar las consecuencias para el medio ambiente y las personas. Los que lo han conseguido han sido recompensados con el prestigio y la gloria del reconocimiento social.

Esto es lo que entre todos hemos alimentado. Lo paradójico, es que a veces la persona que invirtió también trabaja en una empresa que aplica estos criterios y se queja de que sus condiciones de trabajo son cada día peores, y que es solo un número en esa empresa. Quizás piense “menos mal que mis inversiones son rentables”, sin darse cuenta de si puede ser una rentabilidad destructiva e insostenible socialmente. Sin darse cuenta de que estaba invirtiendo en lo que ahora tiene. ¿Puedes ver cómo se realimenta el sistema? ¿Puedes intuir el futuro de tus nietos si no cambiamos hoy?

Si crees que esto a ti no te afecta porque no inviertes, pregúntate en qué banco cobras tu nómina y qué hace el banco con tu dinero allí depositado. En qué lo invierte, a quién se lo presta, con qué criterio, etc. Afortunadamente, a partir de 2022 los bancos tendrán que preguntarnos sobre nuestras preferencias de sostenibilidad, gracias al nuevo Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR).

Necesitamos tomar consciencia de esta responsabilidad individual, de este enorme poder que tenemos, y elegir en función de la transparencia de los productos, las empresas y las instituciones. Si las más transparentes y sostenibles son las más elegidas, pronto todas seguirán ese camino que entre todos habremos marcado. Pronto tendremos el mundo en el que hemos elegido vivir conscientemente y nos sentiremos orgullos@s del legado y el ejemplo que dejamos a las generaciones venideras.

Disfruta, cultiva y ejerce tu corresponsabilidad con el futuro. Y recuerda que una empresa es un grupo de personas, que pueden hacer mucho de forma conjunta con este fin, a través de un propósito y unos valores que generen beneficios, bienestar y sostenibilidad.

¡Feliz día!

Jose Luis Celemín Tercero